Los niños que procedían de los preescolares más rigurosos tenían peores conductas y hábitos de estudio
¿
Está buscando un centro preescolar para sus hijos? ¿Quiere que les
exijan al máximo desde las edades más tempranas? Le sugiero pensar en lo
siguiente. Con el aumento del desempleo se ha intensificado la ansiedad
de los padres por la competencia que le espera a los hijos en el
mercado laboral universal. Por ello, cada vez más padres buscan un
centro de educación inicial y luego un colegio que presionen a los niños
desde pequeños para desarrollar rápidamente las habilidades académicas
formales de la lectoescritura, matemática, inglés y computación.
Esto ha
hecho que muchos colegios prestigiosos se vuelvan más exigentes en sus
exámenes de ingreso y que muchos centros de educación inicial hayan
girado sus actividades hacia enfoques más académicos, aumentado también
las retenciones de grado de los niños que no están listos para primer
grado. Lamentablemente estas estrategias resultan altamente
contraproducentes, como lo demuestran varios estudios (ED438928-2000).
Lilian
Katz encontró que esta exigencia académica prematura produce resultados
positivos solo en el corto plazo, hasta primer grado. En cambio, el
trabajo más lúdico y cómodo para el niño, menos tenso y riguroso,
resulta más provechoso para el desarrollo de sus habilidades académicas y
su buen desempeño escolar en el largo plazo. Las exigencias académicas
prematuras contrarrestan la disposición innata de los niños a aprender
descubriendo y con placer.
Rebecca Marcon realizó un monitoreo
por seis años de 343 niños desde que tenían cuatro años hasta que
llegaron al cuarto de primaria. (Early Childhood Research and Practice,
Vol 4,1, 2002). Examinó registros de notas, libretas, tasas de
repitencia y remisiones a educación especial de niños en centros
iniciales que usaban los dos modelos contrapuestos: el modelo de
enseñanza preescolar centrada en el niño, que respeta sus intereses y
ritmos sin presionarlo, y el modelo de enseñanza centrado en el programa
académico riguroso, que presiona a todos los niños por igual para que
alcancen rápidamente las competencias preestablecidas.
Los
resultados mostraron que, si bien los niños del modelo más académico
repitieron menos de año, al llegar al cuarto grado de primaria
obtuvieron rendimientos y notas más bajos que los de quienes asistieron a
preescolares más lúdicos y menos rigurosos. Quiere decir que el mejor
desempeño posterior se veía reforzado por experiencias infantiles más
activas y lúdicas, que evitaban saturar a los niños con aprendizajes
formales más propios de la primaria.
Al pedirle, a los profesores
de cuarto de primaria una evaluación descriptiva de sus alumnos, se
detectó sistemáticamente que los niños que procedían de los preescolares
más rigurosos tenían peores conductas y hábitos de estudio, menores
deseos de seguir instrucciones, eran más distraídos, menos motivados y
menos sociables que los otros. En conclusión, el desempeño escolar
exitoso de los niños parece verse favorecido por una experiencia
educativa inicial más libre, activa, flexible, automotivada y
niño-céntrica. En cambio, presionar académicamente a los niños demasiado
temprano puede ser contraproducente para cuando el niño avance hacia la
educación primaria en la cual se demandará de él un pensamiento más
independiente y complejo. Además, los aprendizajes forzados
prematuramente pueden estar acompañados de rigideces, mecanizaciones,
temores y ansiedades que sin duda afectarán los aprendizajes posteriores
y las ganas de ir al colegio.
Bien vale la pena entonces que los
padres de familia que creen que presionar a sus hijos con un
entrenamiento académico pre escolar muy riguroso los va a preparar mejor
para la vida, lo piensen de nuevo, más aún si su hijo no es hábil, para
quien esta experiencia exigente puede transformarse en una tortura
contraproducente. A veces, mientras antes, peor.
El Comercio , 10 Dic 2002
Fuente: http://www.trahtemberg.com/inicio.html
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